En la etapa adulta, podemos encontrarnos con exigencias del entorno que no concuerdan con las necesidades propias y eso puede afectar a nuestra salud mental. Es una etapa en la que es habitual tener la sensación de que repetimos ciertos patrones que ya no nos sirven, que hay necesidades que no conseguimos cubrir, comportamientos disfuncionales que al principio nos alivian, pero luego nos dejan peor sensación, miedos… Nuestro proyecto de vida y nuestras relaciones son temas que pueden generar malestar, afectando nuestro estado de ánimo. Posibles demandas: ansiedad, estrés laboral, cambios vitales, duelo, relaciones familiares, de pareja o amistad, depresión, autoexigencia, presión, comportamientos obsesivos o rígidos, incapacidad de tomar decisiones, sentirse estancado/a o tener carga de cuidados.
Terapia Individual para personas adultas
Terapia Individual para adolescentes
La adolescencia es una etapa clave en el desarrollo. Supone un periodo de grandes cambios que pueden resultar difíciles de gestionar. Es un momento donde los iguales cobran especial importancia y los lazos familiares pueden verse afectados. La adolescencia está cargada tanto de factores internos como externos que pueden influir en la salud mental y la gestión emocional de tu hijo/a. Las necesidades pueden tener que ver con: ansiedad, autoestima, relaciones con los/as iguales y la familia, identidad, tristeza, soledad, proyecto de futuro o primeras relaciones amorosas, entre otras.
Terapia de pareja
Las relaciones de pareja son complejas y requieren de un ajuste constante. Las personas que forman la relación pueden crecer de manera individual y que eso afecte a su proyecto en común. Pueden tener valores, intereses o necesidades diferentes. La falta de comunicación, la percepción de desinterés, los conflictos o la toma de decisiones pueden llevar a una pareja a demandar un espacio en el que gestionar este tipo de situaciones.
Terapia Familiar
La terapia familiar pone el foco en las relaciones que conforman los/as miembros del sistema. El objetivo es fomentar una manera diferente de comunicarse que ayude a los miembros a encontrar un equilibrio más sano y funcional. La demanda puede venir por alta conflictividad en el hogar, hostilidad, comportamientos disfuncionales entre los/as diferentes miembros, acontecimientos vitales, cambios o dificultad en la adaptación de las diferentes etapas del desarrollo.